Huracán María, Mi Experiencia

El día 20 de septiembre es uno que jamás olvidaré.  El 19, todos estábamos realizando los arreglos finales para sobrevivir a lo que sería la mayor catástrofe en Puerto Rico.  Mi esposo, mi hija y yo, comenzamos a llenar de agua todos los embaces que podíamos encontrar en la casa.  Llenamos bolsitas de agua y las congelamos.  Teníamos comida enlatada para al menos dos semanas y media.  El gobierno, las agencias y la prensa, instaba al pueblo para que se preparase.  Abrieron refugios en todas partes para

las personas que vivían en áreas inundables o casas inseguras pudieran salvar sus vidas.  Todo era corre y corre, no podíamos sentarnos a ver que pasaba, debíamos estar listos.  Tenía agua para bajar el sanitario, agua para lavar los trastes, para bañarnos, para limpiar el piso y para beber.  Todo lo tenía bien organizado.  Además, contábamos con velas, fósforos, mosquiteros, un radio de baterías, baterías cargadas para los celulares, repelente de mosquitos entre otras cosas.  Todo parecía marchar en orden.  ¡Hasta hicimos bromas sobre pasar el huracán jugando Monopolio!

A eso de las 12:00pm el servicio de agua se había interrumpido.  Así que lastimosamente tuvimos que acudir al que teníamos guardado antes de tiempo.  Bueno, mientras transcurría el día, las gallinas y gallos del barrio se sentían intranquilas, era como si supieran lo que iba ha suceder.  Mi perra, Tuty, llevaba dos días triste.  Los animales perciben las cosas de la naturaleza.

Al caer la noche, comenzaron a entrar algunos vientos, no era la gran cosa, pero si lo suficiente como para quedarnos sin energía eléctrica.  Mi bebé se durmió como a las 10:00 pm, pero nosotros no podíamos pegar un ojo.  Los vientos cada vez eran más fuertes, y la tensión de mantenernos protegidos era mucha.  Nos alojamos todos en mi habitación e intentamos dormir.  Eran casi las 12:00 am cuando decidí enviarle un mensaje a un amigo que estaba trabajando en la calle.  De respuesta, me indicó que estaban rescatando personas, las mismas que se negaron a ser refugiadas, habían llamado porque se les estaba inundando sus hogares.  Ya el viento se sentía algo fuerte.  Corro a donde mi esposo y le cuento lo sucedido, el sueño se nos fue a todos.  Sabíamos que las cosas no estaban bien.  Como a la 1:00 am le escribo a mi hermana de Texas que el ruido del viento no me permitía dormir.  Intentábamos mantenernos comunicadas el mayor tiempo posible.  Desgraciadamente ese fue el último mensaje que ella recibió de mí.  Pues minutos después me quedé sin señal telefónica.  Aun el huracán no había entrado a Puerto Rico y ya no teníamos agua, luz ni teléfono celular. Al menos en donde yo vivía.

Comenzamos a sentir vientos fuertes a eso de las 5:00 am.  Pero bueno, en una casa de cemento no hay mucho porque preocuparse.  Al menos eso pensábamos hasta que dieron las 8:00 am.  Fue entonces que sentimos como una gran explosión.  Corrimos para ver por las ventanas.  Los techos de zinc volaban por todo el barrio.  Comencé a llorar, pues la casa de mis padres era de zinc.  No había casa de zinc que en ese momento viéramos sana (nos encontrábamos en una casa de altos, así que veíamos bastante el área).

Además, detrás de la casa de mis padres hay una roca gigantesca.  Lo que me preocupaba que se cayera y la destruyera.  En poco tiempo, comenzamos a sentir temblores.  Sí, la casa tembló en varias ocasiones.  Algo de lo que nunca se ha dicho.  Nunca se ha hablado de que Puerto Rico tembló.  No obstante, fuimos muchos los que lo sentimos.

No pasó mucho rato cuando las ventanas comenzaron a sonar fuertemente.  Tal parecía que saldrían volando de donde estaban.  Algunas se rompieron por el viento, otras se abrían solas y así mismo se cerraban.  Ya no era tan seguro nuestro hogar.  Estaba con un bebé de dos años mi hija de 17, mi perrita asustada, mi esposo y yo que casi no podía moverme del susto.  Al poco tiempo la casa se nos estaba llenando de agua.  La presión del huracán fue tan fuerte que comenzó a entrar agua por arriba y abajo de las puertas y entre las ventanas.  Intentaba no llorar para no asustar a nadie, pero todos estábamos igual de asombrados.   En busca de refugio, nos metimos a una habitación que era la más segura, ya que en la parte posterior tenía el monte, al lado una casa y al otro un cuarto.  Pero no fue así, ya que era hueca por la parte de abajo y el viento comenzó a azotar.  ¡Era horrible!  Sentía como si el huracán estuviese vivo y a como de lugar deseaba matarnos.  Era una sensación espantosa.  No había lugar seguro.

Nos movimos por toda la casa con dos matress y cuatro mochilas preparadas, buscando en donde estar mejor.  Terminamos en un pasillo, allí las ventanas no azotarían si volaran y tampoco nos mojábamos.  Pensaba en mi hermano y mi abuela, la terquedad pudo más que ellos y no buscaron refugio.  Ambos decidieron quedarse en la casa de mis padres.  Pensaba si estarían vivos y en qué área pudieron esconderse.  Era casi seguro que ya no tenían techo.  La casa de mis tíos también se destrozó.  Esa la pude ver porque estaba al lado de donde yo vivía.  Mi tío no quiso irse, así que también me preguntaba si seguiría con vida.

El dolor en mi pecho no se hizo esperar, lo que me asustó bastante.  Le pedía a Dios dos cosas en ese momento.  Lo primero era que la casa no se derrumbara para que mis hijos no murieran bajo escombros.  Los vientos eran muy fuertes y los temblores que sentí también.  Segundo, que no permitiera que muriera por algún infarto, ya que tengo un bebé que depende por completo de mi.  Como a las 2:00 pm mis primos estaban buscando a mi tío.  Honestamente no sé como llegaron allí con el viento tan fuerte.  Pero allí estaban, igual o peor de desesperados que yo por saber si mi tío estaba todavía en la casa.  No lo pudieron encontrar en ese momento.  La lluvia y el viento eran intolerantes.  Allí recibí la noticia de que toda la carretera principal estaba destrozada.  Que los postes de luz y árboles habían caído y no había manera de pasar en automóvil.  Las palabras que utilizaron era que había una destrucción tan fuerte que no tenía descripción.  Bueno, al fin y al cabo mi tío si estaba vivo y escondido dentro de un gabinete de cemento.  Consecuencias de no hacer caso a lo que le advertimos todos.

Como a las 5:30 pm, salí con mi hija (aun había vientos, pero no tan fuertes) a verificar la casa de mis padres.  Cuando llegamos, vimos que parte del techo se lo había llevado.  Mi hermano y abuela estaban a salvo.  En medio del huracán, mi papá fue a buscarlos y los sacó del lugar.  Todo estaba mojado, dañado y desordenado.  Quería tirarme a llorar, pero me aguanté, no podía descontrolarme.  Mientras más caminábamos, más casas veíamos en el suelo, algunas sin techo, otras sin tan siquiera paredes.

Escuchar la radio fue lo que en medio del huracán nos mantuvo al tanto de todo, pero era triste todo lo que se oía.  Barrios enteros bajo agua, rescate de personas casi ahogándose, gente ya refugiada buscando otro refugio porque donde estaban se comenzaba a destruir, personas muertas, bueno, todo era desgarrador.

Luego del evento, el Gobernador Ricardo Rosselló ordenó Toque de Queda desde las 6:00pm.  Así que ya a las 5:00pm terminaba de organizar todo en el hogar para no tener que salir ni hacer nada más.  Además, el sol se comenzó a poner temprano, casi nada se veía.  Debíamos de ser prudentes para evitar cualquier accidente.  La ansiedad crecía según pasaban los días.  No supe de mi otro hijo hasta dos días después que mi prima me llevó a verlo.  Habían lugares que sentía que entrábamos a Las Amazonas.  No se reconocían ni los caminos.  Gracia a Dios, llegamos a donde estaba mi otro hijo y aunque su papá también perdió su casa, estaban con vida.  Recuerdo que cada persona que encontrábamos con vida era algo para celebrar.

No pasaron bien los días cuando las ratas salieron a buscar hogar en las casas de las personas, todos los montes se secaron y no había nada, nada, nada de vegetación.  Los escombros se convirtieron en sus hogares, los mismos que estaban frente a cada hogar de las comunidades.  Recuerdo que tuve que botar comida como por tres ocasiones.  En esas ocasiones encontré la compra con orín.  Era una pesadilla.  Había gente muriendo por el orín de ratas, no podía dejar eso allí.  También la delincuencia aumentó increíblemente. No funcionaba el sistema 911, no había nada.  Por lo tanto, los ladrones no perdieron tiempo y comenzaron a asaltar a todo el que podía.  En donde residía lograron entrar, pero gracias a Dios tengo a mi perra quien corrió a la persona.  El problema de gases por las plantas eléctricas era terrible.  En varias ocasiones me senté a llorar porque no sabía que hacer.  Tenía a mi familia y la casa se me llenaba de humo.  Me sentía impotente ante tanto caos.   Otro de los problemas fue la gasolina.  ¡Dios mío que horrible situación!  Personas que estuvieron hasta 12 horas en fila y al llegar ya no había nada.   Las llamadas a la radio de personas que indicaban que enterrarían a sus parientes en sus patios, porque no había manera de llegar a donde ellos.  Muchos murieron ese día o días después a consecuencia.

Noticias de personas que pasaron hambre porque no se prepararon, otros que perdieron todo y ni eso les quedó.  Fue muy triste, muy desconsolador.  Todavía lo es, luego de un año.  Aun hay asuntos que siguen intentando resolver.

Pero bueno, a Dios gracias que nos guardó y nos suplió en todo momento.  No nos faltó comida, agua, ni pañales para el bebé.  Dios nos proveyó. Aparecían muchos ángeles (personas) que nos extendían la mano y nos proveía lo que necesitábamos.

En una ocasión, mi hijo se enfermó.  Le enviaron dos terapias diarias y medicinas.  No tenía idea de como le haría.  Pero bueno, comencé a llevarlo en las noches a donde mi tía que tenía planta eléctrica.  Allí le daba al menos una terapia.  En otra ocasión busqué quien me llevara a Manejo de Emergencias y le pude dar la de por el día.  Pero no mejoraba.  Eran tiempos donde llovía y todo parecía en vano.  Un día fui hasta el Walmart de Manatí y pedí que me permitieran darle terapia.  Le dije a mi nena que tomara una foto para que las personas supieran lo que estaba sucediendo en PR.  Mi hermana la vio y la hizo viral.  Al día siguiente un señor me llevó un inverter y una batería para que pudiera darle terapias desde la casa.  Luego, apareció un mujer a quien siempre he considerado de la familia, y comenzó a ayudarme cargando las baterías.  ¡Fue todo una bendición! El nene mejoró y pudimos utilizar el inverter para cargar el teléfono y las computadoras.  De esa manera, nos manteníamos comunicados y al bebé entretenido con películas que tenía grabadas en el disco duro.

Recuerdo los globos de google sobre los cielos, manteniéndonos comunicados con el mundo.  La primera compañía de teléfonos que funcionó en donde yo vivía fue Claro.  Ellos le brindaron a las otras empresas telefónicas señal para que todos los clientes pudieran comunicarse.  No se si fue como a la semana que pudimos comunicarnos con mi hermana.  Bendito, cuando ella me escuchó comenzó a llorar.  Me tragué las lágrimas para no alterar más las cosas y le hice entender que todos estábamos bien.  No fue fácil ese momento.  Lo recuerdo y las lágrimas no pierden tiempo en salir.

El calor intenso por la falta de vegetación era aterrador.  Por lo tanto, comenzamos a dormir en el balcón buscando algún tipo de alivio.  Algunas personas, en especial a los niños, les salían salpullidos.  Otros se mareaban o se desmayaban.  Era como un pequeño infierno en la tierra.

Al menos hubieron cosas que pudimos aprender dentro de ese amargo proceso.  Aprendimos a guardarnos las espaldas, a trabajar en equipo, a admirar la naturaleza y también a ser tolerantes.  Fueron muchas cosas más.  Algunas se han perdido, pero no en todas las personas.

Agradezco inmensamente a la Policía Municipal y Estatal, Bomberos y personal de Manejo de Emergencia.  Ellos se comieron la calle dando tránsito bajo un sol espeluznante.  Además que rescataron a miles de personas que estuvieron apunto de morir.  También a los militares que nos trajeron comida, agua y otras cosas más.  A los empleados de AEE y de AAA que trabajaron horas largas sin parar para acelerar el proceso de restablecimiento.  También a todos esos voluntarios que sin ningún tipo de paga, que salieron con machete en mano a limpiar las carreteras.  A los Médicos, Enfermeras, Periodistas, Personas de otros países que nos enviaron alimento y provisiones.  A todos los que vinieron de otras partes para ayudarnos a levantar la isla.  Todavía hay mucho trabajo que hacer.  A quienes me ayudaron, me enviaron provisiones y me dieron todo su apoyo cuando más lo necesité.

A quienes perdieron familiares, mis condolencias, respeto y cariño.  Me duelen esas muertes como si hubiese sido un familiar mío.  Porque todos sufrimos y todos lloramos.  Su pérdida es la pérdida de todos.  Dios sea dándoles fuerzas y paz en medio de todo.

Oro a mi Señor Dios Todopoderoso a que nos ayude a superar esto y que nuestro Puerto Rico se levante mejor que antes.

Bendiciones a todos.

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